La alta calidad de las plaquitas de Sandvik Coromant aumenta la eficiencia del proceso de mecanizado
Casi cualquier objeto hecho de metal se mecaniza con una plaquita. La plaquita tiene que resistir temperaturas y fuerzas extremas por lo que está hecha del material más duro del mundo.
Una plaquita se compone normalmente de un 80% de carburo de volframio y una matriz metálica, hecha habitualmente de cobalto, que se fusiona con los granos de metal duro. Se necesitan más de dos días para producir una plaquita, así que es un proceso complicado.
En el almacén de materiales de Sandvik Coromant, se apilan filas y filas de materia prima. El carburo de volframio que usan es reciclado o proviene de su propia mina en Austria. El cobalto, titanio y todos los demás componentes provienen de proveedores seleccionados y cada lote es comprobado en un laboratorio.
En una sala de mezclas, los ingredientes se muelen al tamaño de partícula necesario, junto con etanol, agua y un aglomerante orgánico. El proceso dura entre 8 y 55 horas, según cada composición. El compuesto acuoso es bombeado en un secador de pulverización, donde se rocía gas nitrógeno caliente para evaporar la mezcla de etanol y agua. Cuando el polvo está seco, se forman gránulos esféricos de idéntico tamaño. Se envía una muestra al laboratorio para realizar un análisis de calidad.
Barriles de 100 kg de polvo de prensado son enviados a una prensa. Se aplican hasta 12 toneladas de presión según el tipo de plaquita. El aglomerante de la sala de mezclas es lo que mantiene unido el polvo tras el prensado. El proceso es totalmente automático.
Cada plaquita es pesada y controlada visualmente por un operario a intervalos programados. Las plaquitas prensadas son muy frágiles y deben templarse en un horno de sinterización. El proceso dura alrededor de 13 horas, a una temperatura aproximada de 1500°C. Las plaquitas se sinterizan y convierten en un carburo templado extremadamente duro, casi tan duro como el diamante.
El aglomerado orgánico es incinerado y la plaquita se encoge a aproximadamente la mitad de su tamaño original. El exceso de calor se recicla y emplea para calentar las instalaciones de Sandvik Coromant en invierno y enfriarlas durante el verano.
Las plaquitas se rectifican una a una en distintas máquinas de rectificado para conseguir el tamaño, la geometría y la tolerancia exacta. Dada la dureza de la plaquita de metal duro, se emplea un disco de 150 millones de diamantes industriales para rectificarla. El metal duro sobrante y el aceite empleado como líquido de corte se reciclan.
Las plaquitas suelen recubrirse mediante la deposición química de vapor, CVD, o la deposición física de vapor, PVD. Durante el proceso PVD, las plaquitas se colocan en fijaciones y se meten en el horno. La fina capa del recubrimiento refuerza y aumenta la tenacidad de la plaquita. Además, es aquí donde la plaquita obtiene su color específico.
A pesar de que ha sido inspeccionada regularmente durante todo el proceso en el laboratorio, vuelve a examinarse manualmente, antes de realizar el marcado láser y embalado. Tras el etiquetado, las cajas grises están listas para ser enviadas a fabricantes de cualquier parte del mundo.
Cuando las plaquitas están gastadas, se devuelven a Sandvik Coromant para ser recicladas. Y el proceso para fabricar una nueva plaquita vuelve a empezar.