Transcurre la tercera ola de contagio de esta marea sin avistamiento de calma en el horizonte cercano. Los cambios rigurosos en la vida cotidiana y en la protección de la salud, para sobrellevar los embates que una enfermedad sin precedentes nos está propiciando día a día, nos agotan y nos cuestionan.
Amigos, familiares, compañeros, clientes, colaboradores y personas de nuestro entorno cercano y lejano, se han visto expuestos a la crudeza, indiferencia e incertidumbre que el llamado COVID-19 ha marcado para el presente.
El sector salud ha sido héroe por convicción y dedicación y pero ha sufrido también el ser villano, por miedos e ignorancia del colectivo. La salud mental y física se ven cada día más deterioradas. La economía se desangra con más ímpetu en los países del tercer mundo, debido a factores diferentes a la pandemia, pero que esta revela con más claridad.
Aun así, en tono valiente, nos hemos enfrentado al reto de normalizar, bajo un sin número de cuidados de la salud, el transcurrir de la vida.
Cambiando hábitos, generando distancia obligada, modificando los procesos de aprendizaje, cambiando la educación, el trabajo y casi cualquier proceso de socialización convencional.
El esfuerzo ha sido colectivo. Muchas empresas han cambiado su sinergia para proteger sus trabajadores. Asteco como familia ha modificado y creado herramientas que permitan continuar su actividad industrial de asesoría y desarrollo, tratando de salvaguardar la salud de sus asesores. Aquellos que con entereza y un alto sentido de pertenencia han mantenido la economía de la empresa y sus integrantes a flote.
Sin embargo, no ha sido de esta manera para una gran cantidad de empresas y de personas del común. La poca capacidad de reacción. Sumado a la ignorancia sobre lo que esta enfermedad contiene, y el miedo que precisamente la realidad y la incertidumbre han generado; ha propiciado cierres de compañías, despidos masivos, confrontación con las regulaciones de salud y con la lógica de autoprotección ante un virus implacable y cero selectivo.
¿Qué viene entonces para los nuevos tiempos?
El reto es complicado. Aparte de la carga mental y física, y del sin fin de restricciones que coartan la interacción con la finalidad de la conservación y la salud grupal, nos encontramos con una carga informativa sin precedentes. Voces oficiales y las que no lo son, expanden desinformación, aumentando la incertidumbre que ya llevamos a cuestas hace más de un año.
Estos tiempos miden nuestra capacidad de sobreponernos. Evalúan nuestro espíritu y nos enfrentan a los cambios que afrontan el presente y que están definiendo el futuro. Pérdidas, cicatrices, pero también avances, oportunidades y transformaciones. La imposición de la fortaleza vital que nos ha hecho perdurar y sobreponernos, la unión como comunidad y la búsqueda del bien común.
La misión es continuar transformándonos para afrontar la realidad y los cambios venideros. Como empresa trataremos de seguir aportando al sector industrial. Hoy más que nunca necesitamos y tenemos que trabajar en equipo, con la finalidad de desarrollar oportunidades y proyectos que en unión con clientes, proveedores y colaboradores mantengamos la economía encarrilada al progreso colectivo.
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