La industria de la madera siempre ha estado en el ojo de la conservación, debido obviamente, al alto impacto ambiental que esta industria genera. Adicional, es una industria que históricamente genera un muy bajo aprovechamiento de los recursos naturales utilizados, aproximadamente el 28% del árbol talado se convierte en material aserrado, el resto se desperdicia, quemándose o incluso depositándola en el lugar de la extracción.
La visión del mundo ha debido cambiar y ahora se pide una industria más amable e integrada a su entorno, a los movimientos de la naturaleza y a la mitigación de la huella que se deja en ella. A un mejor aprovechamiento de los recursos y a la disminución de la necesidad de estos.
La mejora de los procesos energéticos es una necesidad latente, la utilización de la energía residual de los procesos primarios y la importancia del uso de energías alternas que sean más amigables y que disminuyan los procesos de extracción de los recursos naturales.
En este sentido, en especial en los países industrializados, se han generado estrategias en la industria de la madera, para un mejor aprovechamiento del 70 % restantes de la parte del árbol cortado que no se utiliza, que no tiene un valor significativo y que su procesamiento en muchas ocasiones puede ser costoso, por tiempo, herramientas y mano de obra, solo por mencionar los aserraderos (lugares donde se realiza la primera transformación de la madera).
Una de estas actividades, es el procesamiento de la corteza. La corteza del árbol es un material altamente abrasivo pero que es necesario remover previo al procesamiento del resto del material. Esta corteza luego se debe triturar para disminuir su tamaño y de esta forma convertirla en combustible, muy eficiente, o en algún tipo de pasta.
Al disminuir el tamaño de la corteza por trituración se busca aumentar la eficacia en algún proceso de quema para obtener energía térmica de la misma. Para esta actividad se utilizan martillos que pueden tener una vida útil de 3 meses, con aceros convencionales a 55 HRc de dureza. Algunas compañías dedicadas a esta labor, han implementado aceros especiales como Uddeholm Sleipner, con durezas de 56 HRc y ha aumentado la vida útil del martillo en iguales condiciones de funcionamiento, hasta 4 meses más, logrando aumentar la productividad y reduciendo los costos de esta actividad que se hace mucho más por un plan ambiental que por uno económico.
Con la utilización de aceros de alto desempeño, que nos pueden dar propiedades tanto ante fenómenos de desgaste por rozamiento o por impacto, podemos mejorar los procesos productivos y de esta manera hacer más eficiente nuestras actividades industriales.
Estaremos mostrando más casos de éxitos en la utilización de nuestros materiales y también seguiremos atentos a cualquier necesidad que nuestros clientes tengan, para integrarnos a sus planes productivos, de calidad y de sostenibilidad ambiental.
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